martes, 11 de marzo de 2008


Lloro a caudales por el triste espejo de una vida vaciada
Lloro por los autos y su miseria
Celebro la auténtica humanidad del loco y la ternura genuina de sus ojos -rojos-
Creo en sus palabras celestes, verdes y amarillas
Y canto por su alma y por el alma de otro hombre, que reposa sobre mis manos.
Canto por el alma de la mujer y por el alma del niño
Canto también por el alma de la tierra
Río junto a los perros que se pierden en la tarde
Interpretando señales del origen del tiempo,
En trajes espaciales distintos pero iguales.
Recorro la ilusión cantando una canción y observando todo
Con una capacidad de asombro extraterrestre...
Este no es mi primer contacto con el cemento y sus formas
Y con esta manipulación de monjas y curas y gobernantes y actores tristes
Y me siento en un banco a descansar palabras...
A compartir nuestras miradas carentes de maldad con un artesano del tiempo,
Con máscaras del ser, con un mago de barro, con los fantasmas de lo viejo.
Mis ojos se quiebran en partículas, no abro mi paraguas para empaparme de utopías
De esa sustancia transparente que anuncia la verdad (que cae en forma de lluvia),
Para que ésta se amalgame en mi ADN y deje impresa en mí su diáfana maravilla
La breve armonía, la estética de la flor, el verdor
Me permite recordar que aquí hay seres humanos que se están amando..