domingo, 14 de febrero de 2010

La historia no me convence, solo me atraganta


Vamos, seamos honestos en esta ciudad que desciende sobre nosotros, como un techo escalonado de hollín y de poluciones atmosféricas.
Ya ni nos queda para nuestro reflejo ver el rostro tenso de los demás.
Ya ni nos queda olvidar que hay una mano de dedos infinitos que apague las criptas al respirar de los muertos.
Ya no hay para mí ni soles negros, soles flojos, soles de pluma y niebla.
Ni cuartos de niños contenidos sobre escombros de prisiones
Ni dioses de los muros ni del empedrado, que espantan a la hierba menuda sobre esta urbe de asfalto y de aguas servidas.